24 de noviembre de 2014

Okonomiyaki Pancake Japonés. (Todos los derechos reservados de la pagina tomada : http://www.smartnfinal.com.mx/recetas/okonomiyaki-pancake-japones/)


Okonomiyaki Pancake Japonés.

Esta receta es cortesía de: Karla Montfort

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Le damos la bienvenida a noviembre para compartirles este platillo internacional, donde nos invita a experimentar mezcla de sabores de otras culturas pero siempre incluyendo el toque perfecto y único del amor de mamá.

 

Ingredientes:

Salsa

1/4 taza de Mayonesa Real Premium First Street ®.

2 cdas de Salsa de Soya First Street ®

2 cditas de salsa siracha

Pancakes

5 huevos

1 cdita de Salsa de Soya First Street ®

1 cdita de aceite de ajonjolí.

1 cdita de sal.

1/3 taza de harina.

2 tazas de repollo finamente cortado.

3 cebollitas verdes en rebanaditas delgadas, parte verde también

3/4 taza de camarón picado en cuadritos

1 cda de Ajonjolí Tostado La Surtidora ®.

Aceite vegetal

Sal y pimienta al gusto.

Preparación:

 En un tazón mezclar los ingredientes de la salsa, sazonar con sal.En un recipiente batir los huevos, salsa de soya, aceite de ajonjolí y sal.Poco a poco agregar la harina y batir, incorporar el repollo, cebollita y camarón. En una sartén calentar aceite y verter un poco de la mezcla para ir haciendo los pancakes, dejar dorar un poco por ambos lados.Servír con un poco de ajonjolí y salsa por encima.

 

NOTA: Para la salsa, si el sabor de la mayonesa es muy fuerte se puede contrarrestar con un poco de crema agria.

Acompaña la con una deliciosa taza de Café.

3 de abril de 2014







¨La soledad acompaña a uno. 
Sobre todo al caminante. 
El que camina anda como dolido de un adiós que no se le ha dado,
 de ahí a los la nostalgia quizás algia dolor perdido, 
dolor por lo perdido. 
El hombre fue camina siempre pierdo algo, 
aunque luego en el balance general, algo haya ganado¨



7 de enero de 2014

¿Qué sexo desean las mujeres? Parte Final

Por: Anne Cé | 07 de enero de 2014

Ojalá que lo de pedirle demasiado a la vida no sea un pasaje hacia algunas adicciones, hacia algunas locuritas, como la de Joe (interpretada de nuevo por Gainsbourg en esta película), que se autodiagnostica ninfomanía: "quizá la única diferencia entre la otra gente y yo es que yo le pido más a las puestas de sol".
Ciertamente turbador, este loco inspirado cineasta de todos los demonios (del inconsciente colectivo). Un crítico dijo, contundente, que ese pulso artístico provocador es el único camino posible a la excelencia.
Pero volviendo al asunto de lo que de verdad quieren las mujeres, vale insistir en la recomendación del libro de Daniel Bergner, que da cuenta de las últimas revelaciones de la ciencia sobre el deseo sexual femenino y se pregunta: "¿sería posible pensar que el valor que se le da al recato femenino en todo el mundo no tiene tanto que ver con absolutos biológicos como con las culturas patriarcales y las suspicacias y el miedo que provoca en estas la sexualidad femenina?"
Entre las investigaciones científicas que cita el periodista de The New York Times Magazine, habla de una de laboratorio, a cargo de Meredith Chivers, sobre fantasías sexuales en hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, con el fin de medir y observar la coincidencia entre las respuestas conscientes y las contracciones vaginales e irrigación de los genitales de los participantes.
Uno de los datos que da que pensar es que las contestaciones de las mujeres a las que se les garantizó una estricta confidencialidad, y sobre todo las de aquellas que creían que estaban conectadas a un detector de mentiras, "eran casi idénticas a las de los hombres". Algo similar ocurría cuando se les preguntaba cuántos compañeros sexuales habían tenido: "las mujeres que pensaban que estaban conectadas a un polígrafo no solo mencionaban a más compañeros que el resto de las participantes femeninas, sino que también, a diferencia de los varones, dieron números bastante más altos que los hombres". El estudio arrojaba otro aspecto interesante: "las mujeres están menos conectadas o conocen peor las sensaciones de sus cuerpos que los hombres, y no solo eróticamente sino también en otros sentidos".
Hay que dedicarle al libro de Bergner un par de tardes de buena lectura, porque todo lo que cuenta resulta muy interesante (empezando por las dificultades de los investigadores para conseguir fondos para asuntos considerados poco "serios" como la sexualidad). Pero, para terminar, voy a transcribir una de las conclusiones de otro trabajo, en este caso del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana: "...las mujeres mantenían que los extraños las excitaban menos que cualquier hombre conocido, y el pletismógrafo decía lo contrario (...) El sexo con extraños desataba una tormenta de sangre. Esto no encajaba nada bien con la suposición inicial de que la sexualidad femenina prospera con la conexión emocional (...) En lugar de eso, el erotismo parecía funcionar mejor con algo más crudo".
Dicho esto, también es justo confesar que aunque nuestras vulvas laten con algo "crudo", nos encanta enamorarnos y tener otras conexiones, porque no solo de sangre bullendo en los genitales está hecho el amor... ni el erotismo. ¡Salud!

Final/Fragmento/ tomado de el País a través del muro de C.Baratti. Gracias

¿Qué sexo desean las mujeres? Parte II

Por: Anne Cé | 07 de enero de 2014


Y aquí entra en escena Lars Von Trier y su proclama contra la misoginia que ya lleva al menos tres películas: Antichristo, Melancholia (de la que hablamos aquí) y Nymphomaniac.
En Antichristo, la pareja en cuestión (Willen Dafoe y Charlotte Gainsbourg) pierde a su bebé en un accidente doméstico que ocurre mientras ellos se encuentran en plena sesión de sexo. En esa danza de rencores, reproches y flagelos que sobreviene a semejante tragedia, el psicólogo al que interpreta Dafoe le faltan herramientas para combatir los monstruos que hay en las tripas de ella: madre, amante y bruja milenaria, heredera de todos los maleficios de la historia de la persecución a las mujeres. De fondo, música de Haendel y un follaje infernal que podría haber pintado El Bosco para decorar el paisaje culpógeno.
A poco que indaguemos en nuestros sentires, las mujeres advertimos toda la verdad que hay en esto que cuenta el danés: la culpa femenina está fosilizada en nuestro ADN, asociada a nuestros impulsos eróticos, desde vaya a saber cuándo. Sin restar un ápice del valor artístico intrínseco que tiene su cine, Lars Von Trier está gritando alto y firme que ha llegado la hora de repensar el lugar de la mujer. Es inteligente y atrevido de su parte hacerlo como lo hace, de nuevo, en Nymphomaniac, escandalizando; alternando a Bach y a los heavies alemanes de Rammstein, atronadores en el callejón de las "viciosas"; contratando a actores porno para que hagan de dobles de cuerpo en las penetraciones...
En esta primera parte de Nymphomaniac (esperamos con ansias la segunda para finales de enero) ya nos advierte de lo que va la cosa: las mujeres nos culpabilizamos de todos los males propios y ajenos si usamos nuestro sexo en lugar de cubrirlo y retacearlo. Si lo ponemos al servicio del disfrute o de viriles empellones, ¿podemos llegar tan lejos como para condenarnos a dejar de amar y de sentir?

Fragmento/ tomado de el País a través del muro de C.Baratti. Gracias, continuará
Foto: ¿Qué sexo desean las mujeres?
Por: Anne Cé | 07 de enero de 2014 


Y aquí entra en escena Lars Von Trier y su proclama contra la misoginia que ya lleva al menos tres películas: Antichristo, Melancholia (de la que hablamos aquí) y Nymphomaniac.
En Antichristo, la pareja en cuestión (Willen Dafoe y Charlotte Gainsbourg) pierde a su bebé en un accidente doméstico que ocurre mientras ellos se encuentran en plena sesión de sexo. En esa danza de rencores, reproches y flagelos que sobreviene a semejante tragedia, el psicólogo al que interpreta Dafoe le faltan herramientas para combatir los monstruos que hay en las tripas de ella: madre, amante y bruja milenaria, heredera de todos los maleficios de la historia de la persecución a las mujeres. De fondo, música de Haendel y un follaje infernal que podría haber pintado El Bosco para decorar el paisaje culpógeno.
A poco que indaguemos en nuestros sentires, las mujeres advertimos toda la verdad que hay en esto que cuenta el danés: la culpa femenina está fosilizada en nuestro ADN, asociada a nuestros impulsos eróticos, desde vaya a saber cuándo. Sin restar un ápice del valor artístico intrínseco que tiene su cine, Lars Von Trier está gritando alto y firme que ha llegado la hora de repensar el lugar de la mujer. Es inteligente y atrevido de su parte hacerlo como lo hace, de nuevo, en Nymphomaniac, escandalizando; alternando a Bach y a los heavies alemanes de Rammstein, atronadores en el callejón de las "viciosas"; contratando a actores porno para que hagan de dobles de cuerpo en las penetraciones...
En esta primera parte de Nymphomaniac (esperamos con ansias la segunda para finales de enero) ya nos advierte de lo que va la cosa: las mujeres nos culpabilizamos de todos los males propios y ajenos si usamos nuestro sexo en lugar de cubrirlo y retacearlo. Si lo ponemos al servicio del disfrute o de viriles empellones, ¿podemos llegar tan lejos como para condenarnos a dejar de amar y de sentir?

Fragmento/ tomado de el País a través del muro de C.Baratti. Gracias, continuará

¿Qué sexo desean las mujeres?

- Hago el incapie de que estos articulos son solo la difusion de su autor, con la unica razon de darlo a conocer, todo lo que aparece aqui, son sus derechos y su grandioso trabajo para poder conocer mas acerca de este mundo -
Por: Anne Cé | 07 de enero de 2014

Me llama mucho la atención que aún hoy se siga hablando del deseo femenino como un tenue anhelo, algo pasivo, ligado fundamentalmente al sentimentalismo y siempre a la espera del fervor masculino para despertarse.
Hay hombres que todavía piensan que a seducir se aprende en un manual de técnicas exclusivamente masculinas, que ellos son los que tienen que conseguir activar una respuesta afirmativa de la renuente dama porque, al parecer, creen que las chicas no tienen ganas de sexo, salvo que los varones se lo trabajen mucho.
Y que ellos lo crean, vaya y pase, pero ¿hasta cuándo vamos a disimular las mujeres que sí nos gusta desatar la pasión, que sí jugamos y que lo hacemos activamente desde el inicio de los tiempos? ¿Quién puede sostener, a esta altura del mundo, que las mujeres somos naturalmente pasivas, que el instinto es de los otros? ¿Resulta creíble fingir que todos nuestros impulsos eróticos (y hablo de todas las veces en que nuestros genitales se irrigan en sangre encendida) son más elevados que los meramente testosterónicos?
Claro que habrá quien no se lo note, porque la represión cultural de siglos y siglos ha hecho su parte en nuestro desconocimiento de las sensaciones del propio cuerpo pero, ¿no es hora de empezar a reconocerlo y salir de la jaula familiar, social y cultural en la que permanecemos aunque nos abran la puerta?
Como dice Lars Von Trier en Nymphomaniac, las mujeres hemos logrado desembarazarnos de algunos mandatos (entre ellos, los religiosos) pero no del pecado, un concepto por el que seguimos autoimponiéndonos castigos desde la Edad Media, cuando éramos las brujas lujuriosas que lo contaminábamos todo o que dejábamos "lisos" a los hombres, despojados de sus genitales.
Es cierto, somos esquivas con los que no nos gustan. Y quizá nos hagamos las 'difíciles' en alguna otra oportunidad, porque nos han formado largamente para serlo. Por su parte, a los maridos les ha convenido pensar que la mujer es difícil de convencer (para qué crearse fantasmas si la promiscuidad ya se ha decretado como una característica puramente masculina, ¿no?)
Si las señoras no tienen necesidades que excedan el lecho matrimonial, la sociedad luce bastante menos caótica. Luce, porque las mujeres han aprendido a negar o maquillar sus ganas para sobrevivir (literalmente, si recordamos la caza de brujas de la Edad Media y, metafóricamente, si tenemos en cuenta el descrédito actual con que carga una chica a la que se acusa de ser 'ligera de cascos' o 'casquivana').

Fragmento/ tomado de el País a través del muro de C.Baratti. Gracias, continuará